La Pérdida de un Hijo o una Hija

La pérdida de un hijo o una hija, sin importar su edad, es sin duda alguna un dolor difícil de enfrentar. Las reacciones normales del duelo tales como shock, enojo, culpabilidad, duda y tristeza son en gran manera aumentadas y mucho más prolongadas durante la pérdida de un hijo o una hija.

•        El dolor de la pérdida de un ser querido no viene en etapas. No obstante que el shock que sigue al fallecimiento pasará con el transcurso del tiempo; usted puede que experimente episodios de enojo, culpa, ansiedad y tristeza en los meses posteriores al fallecimiento de su hijo o hija. Sea paciente con usted mismo y recuerde que el duelo es mucho más prolongado que lo que su cultura podría esperar.

•        Muchas veces los padres dolientes creen que ellos deberían “sentirse mejor” pronto.  Algunas veces este mensaje viene de las amistades o familiares cercanos, y/o muchas veces de los mismos padres. Auque usted no sentirá siempre  el mismo intenso dolor que sintió al fallecimiento de su hijo o hija, recuerde que usted ha experimentado una gran pérdida y que extrañará a su hijo o hija por el resto de su vida.

•        Todos los que conocieron al hijo o a la hija, incluyendo a los padres, experimentarán el duelo de manera diferente. Algunos padres querrán hablar de su dolor y del hijo o la hija que falleció, otros tendrán un tiempo difícil para expresar sus sentimientos. Es importante reconocer que cada persona en la familia está desconsolada, y que es por esto que usted no debería de tratar de encontrar  apoyo y consuelo en ellos. Será de mucha ayuda que usted busque ese apoyo fuera de su familia, quizás con un amigo, el líder de su iglesia o en un grupo de apoyo.

•        Los padres pueden sentirse agobiados por la culpa después de la muerte de su hijo o hija. Sin importar si la muerte fue resultado de una enfermedad, accidente, homicidio o suicidio, es muy normal que los padres expresen pensamientos de que en alguna manera fueron responsables por esa muerte. Es normal que tengan sentimientos de autoreproche y pensamientos tales como “si tan sólo hubiéramos…” El reconocimiento de que estos pensamientos y sentimientos son irracionales, no significa que la persona se esté volviendo loca. Estos sentimientos son parte del proceso normal de duelo. Es de mucha utilidad encontrar a alguien que sencillamente le escuche expresar sus sentimientos de culpa, sin intentar convencerle de que no los exprese.

•        Al igual que el duelo, el enojo no es una emoción que la gente se sienta cómoda de expresar. Debido a que la muerte de un hijo o una hija es inherentemente injusta, la ira es una respuesta normal. Es muy importante que usted encuentre maneras para expresar su enojo sin dañarse a usted mismo ni a alguien más. Algo que puede ayudar es el ejercicio físico, escribir un diario o ir al gimnasio. Algunos padres dolientes podrían intentar calmar su enojo u otra emoción de duelo mediante el uso de fármacos y/o alcohol. Además del peligro potencial de convertirse en fármaco-dependiente, el alcohol y los fármacos pueden retrasar la recuperación del duelo y aumentar los estados depresivos.

•        Debido a que nuestra cultura restringe las  manifestaciones de dolor especialmente las de los padres dolientes, quizá le incomode que la gente lo vea triste. No reprima su deseo de llorar, incluso en los momentos y sitios más inesperados.

•        Existen muchas decisiones que tomar después del fallecimiento y todas ellas son  difíciles. Posponga tales decisiones hasta que se sienta mejor para hacerlo. No permita que nadie le apresure a tomar decisiones sobre las pertenencias de su hijo o hija. Por ejemplo, algunos padres preferirán no tocar nada de la habitación y otros quizás deseen guardar todas las pertenencias en cajas, ambas reacciones son normales. Pida a alguien que le ayude a colocar todo en cajas y guárdelas hasta que usted ya esté listo para decidir que hacer con las pertenencias. La pérdida de un hijo o una hija produce un pesar muy doloroso de llevar, quizás no le sea posible reanudar inmediatamente sus actividades normales. Incluso podría llegar a cuestionar su fe y salud. Cuídese a usted mismo y busque ayuda para superar esos días difíciles.